viernes, 12 de diciembre de 2008

El quechua en la cosmovisión andina


EL QUECHUA EN LA COSMOVISIÓN DEL CAMPESINO ANDINO

Desde la llegada de la lengua castellana al nuevo mundo, se ha producido un conflicto intercultural y sociolingüístico histórico -llamémosle diglósico- de más de quinientos años entre los hablantes del castellano, la lengua del invasor español y los hablantes de las lenguas nativas, generadas autónomamente en el nuevo mundo. En el caso sudamericano, más específicamente en la ecorregión andina, área de influencia del Tawantinsuyu, el conflicto entre la lengua quechua o la "lengua general del Perú", la lengua de comunicación del Tawantinsuyu, aún persiste. Para unos, en este conflicto desigual, se ha impuesto el castellano, hasta hacer desaparecer a la lengua quechua, y, para otros, desde una perspectiva más interna a nuestra milenaria civilización andina, la lengua quechua como nuestro patrimonio cultural, hoy como ayer, se resiste a morir y se reproduce dentro de las comunidades campesinas, la continuación histórica de la antigua civilización andina, aunque con las limitaciones impuestas por el castellano, que se ha generalizado como lengua oficial, siendo su uso obligatorio en el medio urbano (en los dominios de la educación, administración de justicia, etc.), desplazando a la lengua quechua en algunos casos, y en otros produciendo un bilingüismo sustractivo que se va resolviendo a favor del castellano.
¿Pero, qué implicancias socioculturales y políticas tiene para nuestra civilización andina la pérdida del quechua, nuestra lengua materna? Las pérdidas son muchas, y se resume en la destrucción o aniquilación definitiva e irreversible de nuestra cultura y civilización. La pérdida de nuestra lengua quechua dejaría como secuela la existencia de personas, varones y mujeres, con rasgos andinos, que han adoptado el castellano como su única lengua, pero que viven vaciados de su contenido fundamental: la lengua, que permite transmitir todo el conjunto de conocimientos elaborados durante milenios por la cultura andina, para poder vivir en armonía con este espacio. Entonces, habiendo perdido su lengua materna, los hombres y mujeres también pierden sus raíces históricas, para vivir desarraigados en su propio espacio, flotando en el ambiente, sin rumbo definido, cabalgando entre dos mundos: entre el mundo de la cultura que han abandonado y al que les es imposible reinsertarse, por haber perdido su lengua; pero soñando con acceder a un mundo que no les pertenece por tradición, pero en el que tampoco terminan por insertarse definitivamente, aunque aprendan a hablar perfectamente el castellano.
Frente a este doloroso problema cultural, lo que nos compete a los que somos hablantes de la lengua quechua, es utilizar cotidianamente y cultivar a nivel oral y escrito nuestra lengua materna, para conservarla, porque viene a ser el único vehículo de comunicación capaz de expresar, compartir y transmitir los valores propios y la cosmovisión específicamente andina, para asegurar la conciencia de identidad de las nuevas generaciones y la continuidad de nuestra cultura. Utilizar la lengua materna quechua, hoy viene a ser la mejor forma de garantizar la supervivencia de nuestra cultura, el respeto a nuestra identidad y fundamentalmente, la búsqueda de confianza en nuestros propios valores, como una muestra de la afirmación cultural.
Nadie ya puede desconocer que la lengua crea identidad, porque los grupos humanos en general, se definen como tales por su lengua materna. Cada lengua tiene sus propias diferencias lingüísticas con otras, la misma que constituye un reflejo de sus perspectivas cósmicas, que comunican sus propias formas de ver y concebir el mundo, que además se refleja en la creación de formas lingüísticas para designar o nombrar los diversos aspectos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Así por ejemplo, la cultura andina que privilegia la visión mitológica y religiosa del mundo y la vida, mediante la lengua quechua, expresa una infinidad de palabras, conceptos o expresiones, que le dan identidad propia, tales como: "Pachamama" y "Sumaq kawsay".
Ambos términos traducidos a la lengua castellana, pierden su contenido mitológico y religioso. "Pachamama" puede ser traducido como madre tierra en castellano, pero en esta traducción literal, se pierde toda la riqueza de la cosmovisión y la religiosidad de la cual va acompañada, la misma que se manifiesta en una relación ética de trabajo y afecto profundo con una naturaleza viva, que ya no es materia, sino la madre universal generadora y criadora de la vida. Lo propio sucede con el término "Sumaq kawsay", que traducido literalmente al castellano, se convierte en buena vida, vida bonita, dulce vida o bonito vivir. El contenido mitológico y religiosa de "Sumaq kawsay", desde el pensamiento andino, va mucho más allá de estas simplificaciones y nos habla de una plena convivencia armónica consigo mismo y con los semejantes ("runa"), con la naturaleza ("sallqa") y con las deidades ("wak'a"), que además participan en los procesos de distribución y consumo de bienes y servicios, así como en el esfuerzo comunitario de alimentarse y alimentar a todos los seres vivos comprometidos con la economía de la crianza mutua.
Aunque parezca determinista, es necesario reafirmar que sólo mediante la práctica de nuestra lengua materna quechua, podremos garantizar la supervivencia indefinida de nuestra cultura, como base y sustento de un verdadero desarrollo andino con identidad. Esta no es una propuesta que linda con el chauvinismo, sino un acto de profunda valoración y de justicia social con nuestra lengua, coincidente con la labor de defensa, que por un lado, ejercen los organismos internacionales como la UNESCO, que la ha declarado como "invalorable monumento cultural de la humanidad"; y por otro lado, un derecho muy bien defendido por los países denominados como desarrollados, que viven y recrean lo cotidiano de su cultura a partir del cultivo y conservación de sus propias lenguas maternas, que se utilizan en todos los dominios de su vida pública, incluyendo la científica y tecnológica. Este hecho de cultivar sus lenguas maternas para mantener la continuidad histórica de sus culturas, es uno de los factores de su desarrollo, que no les priva de ninguna manera del aprendizaje de segundas lenguas o lenguas extranjeras de comunicación internacional de acuerdo a sus necesidades. Contradictoriamente, en los países latinoamericanos hemos transitado al revés: estamos abandonando nuestras lenguas maternas para aprender a golpes una lengua extranjera: el castellano. ¿No será esta una de las causas profundas de nuestro subdesarrollo?

No hay comentarios: